Historia personal
No sé bien como empezar esto. Nunca he sido de escribir mucho, pero allá va. Esta es mi historia, y por eso mismo me pertenece y la contaré como mejor se me pueda dar.
Me llamo Edward Mallory, aunque todo el mundo me dice Ned. Nací en Wapping, cerca del río, donde el aire huele a carbón mojado y a pescado viejo. Tengo 33 años, de los cuales ya no recuerdo cuantos llevo trabajando en los muelles o donde me llamen. Antes estuve años embarcado en mercantes cruzando el Canal y más allá. Nada glamuroso. Cajas, redes, gritos, peleas, frío. Pero era trabajo, y el mar no me trató mal.
No soy alto, eso lo ve cualquiera. Pero tengo las manos fuertes, espalda firme y más cabeza que muchos de los que mandan. En los barcos, uno aprende a callar y mirar. Saber cuando actuar, y cuando no hacerlo. Y eso en tierra también me ha ayudado en muchas ocasiones.
No soy religioso, pero respeto ciertas cosas. No silbo en cubierta, no paso debajo de escaleras, y si un gato negro cruza por donde voy… pues cambio de acera. No porque crea, sino porque no cuesta nada no tentar a la suerte.
James
Tengo un hermano, James. Menor que yo, aunque siempre fue más listo con las palabras. De chico ya andaba con libros de teatro y esas cosas que yo nunca entendí. Soñaba con actuar, con escenarios, luces, aplausos. Yo lo deje, cada quien con su camino. Pero hace un tiempo me escribió, todo contento. Le habían ofrecido un papel importante. Una obra rara, que ni siquiera recuerdo el nombre.
La cosa es que al final no lo dejaron actuar. Lo sacaron sin decir por qué. Desde entonces está muy raro. No deprimido, pero como si lo hubieran apagado por dentro. A mi no me gustan los líos, ni el drama. Pero algo ahí no me cuadra. Algo pasó. Y no me lo dicen.
Presente
Yo no estoy loco, al menos no más que nadie. Pero últimamente me cuesta mucho dormir. Tengo sueños raros. A veces despierto con la sensación de que alguien me está mirando, aunque esté solo. No sé que está pasando pero no voy a quedarme quieto.
No me importa el teatro, solo quiero que mi hermano esté bien, si hay algo en el fondo de todo esto pienso averiguarlo. Como con todo lo que carga uno en el muelle… paso firme, espalda recta y los dos pies en el suelo.
Rutina
- Trabaja como estibador en el puerto de Londres.
 - Vive solo en una habitación alquilada encima de un pub.
 - Lleva una pequeña brújula oxidada en el bolsillo desde que tenía 17.
 - Tiene una vieja baraja con la que juega al solitario cada noche. Le falta el siete de espadas.
 - Evita los hospitales y a los médicos.
 - No cree en la inteligencia sin compasión.
 - A veces se sorprende organizando cosas por tamaño o lavándose las manos de forma quirúrgica.
 
Apariencia
- Edad: 33 años
 - Altura: 1,65 m (aproximado)
 - Constitución: Robusta, espalda ancha, brazos fuertes y tiene las piernas un poco arqueadas de tanto cargar peso.
 - Piel: Pálida, tono grisáceo de los que viven entre niebla, lluvia y humo de carbón.
 - Rostro: Mandíbula marcada, barba de tres días, nariz chata por un golpe de hace tiempo en alta mar.
 - Pelo: Castaño oscuro, corto y siempre despeinado.
 - Ojos: Marrones oscuros, de los que parecen negros.
 - Manos: Grandes llenas de callos y cicatrices. También con quemaduras viejas.
 
Ropa
- Chaqueta de lana gris oscura, deshilachada..
 - Camisa blanca de trabajo con el cuello siempre abierto.
 - Pantalones gruesos de trabajo, siempre con el dobladillo para que no se mojen en los muelles.
 - Botas viejas de cuero oscuro, resistentes pero sin brillo. Se nota que están trabajadas.
 - Siempre lleva una pipa de madera en la boca, aunque esté apagada.
 
Los padres de Edward y James
William Mallory:
El padre de los chicos era cirujano. Un hombre frío, recto, distante y exigente. No toleraba el fracaso. Creía en el deber, la precisión y el silencio. Despreciaba el sentimentalismo.
Nunca entendió porque Edward, su hijo mayor, eligió un trabajo como estibador y luego marinero. Lo consideraba una pérdida de potencial.
El padre murió de un derrame cerebral en su consulta. Edward no lloró en el entierro, pero guardó la brújula antigua que su padre tenía desde su juventud, algo que no encajaba del todo con el resto de su vida, como si tuviera otra versión de sí mismo.
Agnes Mallory:
La madre, por contraposición, era más cálida, pero sumisa ante el carácter fuerte del doctor. Siempre se notó que Agnes quería más a James, no es que a Edward no lo quisiera. Simplemente, le costaba más acercarse a él. Ella siempre intentó suavizar la relación que tenían él y su padre, siempre era una tarea frustrante. Edward heredó la soledad del padre, pero por suerte, no su corazón.